Los nuevos desafíos de la masculinidad: la subjetividad masculina. ¿A quién llamamos hombre?

En los últimos años y por diversas razones en las que ahondaremos más adelante los esquemas que se consideraban inquebrantables para pensar la masculinidad se han empezado a tambalear, han surgido y tomado fuerza discursos y posturas importantes que movilizan estos pilares que permiten abrir la pregunta y reflexión sobre ¿Qué es un hombre? 

Por tanto, si hablamos de la masculinidad como un modelo de dominación, lo primero que deberíamos definir es la noción que tenemos sobre el amplio concepto de masculinidad, utilizando la que propone Kimmel (1997): La masculinidad es un conjunto de significados siempre cambiantes, que construimos a través de nuestras relaciones con nosotros mismos, con los otros, y con nuestro mundo. La virilidad no es estática ni atemporal; es histórica; no es la manifestación de una esencia interior; es construida socialmente; no nos sube a la conciencia desde nuestros componentes biológicos; es creada en la cultura. 

La virilidad significa cosas diferentes en diferentes épocas para diferentes personas. Hemos llegado a conocer lo que significa ser un hombre en nuestra cultura al ubicar nuestras definiciones en oposición a un conjunto de otros, minorías raciales, minorías sexuales, y, sobre todo las mujeres (Kimmel, 1997: 49).

Durante siglos se ha construido una idea de masculinidad hegemónica: ese hombre que todo lo puede, el hombre fuerte, protector y proveedor. Pero esa masculinidad tradicional tiene vertientes que bien a bien generan dificultades, por mencionar algunas: no se ajusta a la realidad del día a día que viven los hombres, conduce a reproducir formas de ser, hábitos, conductas e identidades que no corresponden con lo que en realidad quieres ser o hacer, de igual forma frena el desarrollo de la equidad de género en la sociedad.

Esta idea no se trata solo de si ser hombre o mujer debe o puede ser de una u otra forma, siempre apelaremos a la subjetividad de cada uno de nosotros para la búsqueda del bienestar, sin embargo, es importante establecer como el “machismo” sistemático que se reproduce abierta y sigilosamente en nuestras relaciones, no solo impacta en la vida de las mujeres, siendo muchos de estos aprendizajes del orden de lo inconsciente.

Reflexionemos un momento sobre “la ideología del macho”, que implica todo aquello que hace pensar al hombre que, si él no puede demostrar su virilidad, no es persona con valía. Está tan comprometida la humanidad del sujeto masculino por su virilidad, que no se ve pudiendo ser persona digna de respeto, si no tiene el atributo de algún tipo de potencia.

 ¿Cuáles son las potencias masculinas?

No sólo la sexual, que es la menos importante, también la potencia bélica, de fuerza física, económica, intelectual, moral, política. Todo esto está siendo concentrado por un grupo muy pequeño de personas y hoy el hombre es una víctima también del mandato de masculinidad.  Lo que se entiende cómo mandato de masculinidad, es el mandato de tener que demostrarse hombre y hacerlo a partir de este sistema hegemónico patriarcal que reprime en buena medida la libre expresión de la masculinidad desde el terreno inhóspito en el que los varones puedan sentirse libres de ser y hacer, sin el deber ser impuesto (aún cuando vivan en el lugar los privilegios).

Sin embargo, existe un panorama alentador al respecto y esto es el replantear la idea de la masculinidad, desaprendiendo los roles de género establecidos toda tu vida y perpetuados a lo largo de la historia, la reflexión y el trabajo introspectivo y en colectivo puede pensarse como una vía a reaprender y vivir: Las nuevas masculinidades.

¿Las nuevas masculinidades implican desechar todo lo que entendemos por masculinidad? ¿Cuáles son las diferencias entre la masculinidad tradicional o hegemónica y las nuevas masculinidades? Vamos a ver las principales características de la masculinidad aprendida versus una masculinidad alternativa e igualitaria. 

 Desigualdad

La masculinidad hegemónica tiene que ver con la cultura de la desigualdad, en la que algunas personas mantienen el control sobre otras para acaparar el poder. En cambio, las masculinidades que están apareciendo a día de hoy apuestan por la horizontalidad, el consenso y las relaciones entre iguales. 

 Competitividad 

Otra parte importante de las identidades tradicionales de género masculinas consiste en tener que demostrar las propias habilidades. La educación lleva a los hombres a ser competitivos para alcanzar un estatus laboral o social. Las masculinidades alternativas buscan que cada persona pueda mostrar sus debilidades sin miedo, y aprovechar el talento de los demás para trabajar en equipo de forma más efectiva, sin necesidad de buscar la confrontación. 

 Agresividad 

La masculinidad hegemónica también lleva consigo la agresividad y la violencia que, aunque cada vez está menos legitimada, sigue estando presente en nuestra sociedad.

 Lo vemos a través del acoso, los comentarios sexistas o las violencias sexuales. Las masculinidades igualitarias apuestan por eliminar la violencia machista, o de cualquier tipo, de nuestras vidas.  

 Roles

 La masculinidad tradicional se define en oposición a lo femenino: los hombres no lloran, no cuidan y tienen que proveer.

 En cambio, el modelo de masculinidad nueva apuesta por eliminar esos roles de género aprendidos sobre masculinidad y feminidad para que seamos más libres. Eso favorece, por ejemplo, que los hombres puedan vivir plenamente su paternidad.

  Imagen exterior 

El hombre tradicional tiende a proyectar su imagen hacia el exterior, hecho que contribuye al desarrollo de sus habilidades instrumentales y competitivas. Eso es bueno de cara al trabajo productivo, pero la contrapartida es que descuida el desarrollo personal y del interior, provocando un manejo inadecuado de las emociones. Por eso, las masculinidades alternativas buscan una combinación equilibrada de desarrollo hacia fuera y hacia dentro.

A continuación, te damos las claves para poder avanzar hacia unas masculinidades más sanas, que puedes replicar en todos los espacios donde te desarrollas:

  1. Revisa el modelo

El modelo tradicional de la masculinidad está obsoleto. Por eso hay que dejar de lado ese arquetipo que va a dificultar muchísimo que puedan aflorar otras maneras de expresar todo aquello que sentimos.

  1. Prescinde de la violencia

Cambiando todo lo que tiene que ver con el poder y la violencia conseguiremos cambiar la forma en la que habitamos el mundo. Debemos revisarnos para pasar de una representación aprendida de ser hombre a una perspectiva del ‘ser’, de ser lo que cada uno es. 

  1. Fomenta la empatía

Sentir y escuchar, la empatía significa estar en contacto con el otro. Eso supone cambiar el show time por el slow time, es decir, conectarte más con lo profundo y menos con lo que se espera de ti.

  1. Apuesta por el cuidado

Implicarte en el cuidado es ir mucho más allá de aspectos como la paternidad. Es construir la masculinidad desde las relaciones en equilibrio y vivir la crianza y el cuidado como espacios propios. No como terreno en el que los hombres son invitados o en el que las mujeres dicen cómo hay que hacer las cosas, sino que todos somos ciudadanos de pleno derecho dentro del hogar y en la implicación con otras personas. 

  1. Dale libertad a tu masculinidad

Para cambiar el modelo y transitar hacia una masculinidad alternativa y más igualitaria no existe una ‘fórmula mágica’. De hecho, una de las claves para lograrlo es no intentar controlar o definirlo todo. En este sentido, lo mejor es centrarse en disfrutar y estar a gusto en lugar de intentar encontrar la forma perfecta de hacer las cosas. Los ritmos tienen que fluir y ser naturales.

  1. Usa el cuerpo para mejorar las relaciones

No temas el contacto con otras personas. Somos piel, somos cuerpo. Rompe con esa coraza que te hace estar en una posición de fuerza o en una posición distante, eso que te impide dar un abrazo con sentimiento.

  1. Aprende en el camino 

Aquí no hay competición. Es un proceso del que puedes disfrutar aprendiendo, incluso de tus errores. Para seguir avanzando puedes leer, formarte, hablar con tus colegas de trabajo o con tus amigos y compartir tus inquietudes.

 Recuerda que el proceso para desaprender todos estos constructos es un paso más hacia la búsqueda de tu bienestar, si necesitas más información o requieres de un acompañamiento terapéutico, acercate a Mind² y ¡Potencia tu mente!

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