¿Cómo hablar de la muerte con los niños?

Por Psic. Giovanna Soto Pedraza

Hace algunos meses, una amiga que es mamá de una niña de 3 años, comentaba una situación que suele ser compleja para los padres, hablar de la muerte con sus hijas e hijos. Mi amiga comentaba un tanto desconcertada, que la tarde anterior el perro de su hija había fallecido en un accidente dentro de la casa, cómo pudo ocultó la situación a su hija y pensó que al ser tan pequeña, la niña quizá no se daría cuenta que “alguien faltaba”, sin embargo, se dio cuenta que  no pasó más que un rato para que su hija preguntara por su perrito: ¿Dónde está?, ¿Qué le pasó?, ¿A dónde fue?, ¿Va a regresar?, preguntas acompañadas de llanto y tristeza. Ante dicha situación, y sin saber que hacer mi amiga optó por realizar una invención de lo que realmente había sucedido con el perro, contándole a su hija que la mamá de su mascota había venido por él para llevárselo a su lado y que el perro se encontraba contento y feliz en la playa, junto a su mamá. 

Historias como estas son comunes pues como adultos, solemos pensar que los pequeños  no atraviesan un proceso de duelo o que “no notarán” la ausencia de algún ser querido, incluidas las mascotas, sin embargo, esto no es así, puesto que a lo largo de nuestra vida nos enfrentamos a duelos y pérdidas que no son tramitadas y que suele ser un aspecto importante en la vida de los niños, pues será la manera en la que en un futuro, en su vida adulta, asumirán las despedidas, entendiendo que nada dura para siempre, es decir, la impermanencia. 

Hoy te hablaré de aspectos relevantes a considerar cuando tu hijo o hija se enfrenten a una situación de duelo.

La infancia en sí es una etapa de tramitación de duelos constitutivos y formativos para la vida; salimos del vientre materno, perdemos a los primeros objetos pulsionales para inscribirnos en el mundo simbólico, lo cual de alguna manera determinará la forma en la que elaboraremos duelos a lo largo de nuestra vida.

Sin duda, es de suma importancia poder hablar con los niños y niñas de los acontecimientos que suceden y sucedieron en la familia, por ejemplo, la muerte del abuelo o abuela, si algún miembro de la familia está enfermo o si algún hermano ha muerto antes del nacimiento de otro.

También sabemos que en teoría suena sencillo, pero así como le pasó a mi amiga, de pronto es complejo poner en palabras o en actos estas ideas, solemos decirles a los niños que están “enfermitos” y después no darle continuidad al tema, no obstante los niños elaboran teorías al respecto, preguntan porque no pueden ir al hospital, cuanto tiempo permanecerán ahí, etc. El poder hablar de esto con nuestros hijos, forma parte de su historia de vida, de la historia familiar, las muertes son parte de la riqueza viva y simbólica de la estructura familiar. 

Entrando en materia, el concepto de muerte no está entendido por los niños en la primera infancia, puesto que se basan en dos conceptos fundamentales presencia/ausencia (fort-da), usando el juego para simbolizar la desaparición, en este caso cuando hablamos con nuestros hijos hay que marcar la diferencia, por ejemplo: “mamá regresa en la noche” o “mamá no vendrá más, está en otro lugar” (cielo, panteón, mar, esto de acuerdo a tu ideología). 

Estás respuestas darán pie a que los niños pregunten de manera directa respecto a la muerte, del tipo: ¿Qué es la muerte?, los pequeños entienden que una persona puede morir, pero no entienden, por ejemplo, las muertes prematuras. 

Algo que de pronto tranquiliza a los niños es explicarles que morimos cuando hemos acabado de vivir, esto ayuda a pasar los momentos de angustia ante el encuentro con la muerte. Hay que intentar, como padres tener una respuesta asertiva ante la pregunta que será inminente: ¿Cómo sabemos cuándo se terminó nuestra vida?

Generalmente, los niños elaboran una historia ficticia para vivir su duelo ante la pérdida; es relevante observar los juegos que tienen ya sea solos o con otros niños, ahí tenemos claves importantes para saber cómo están materializando las fantasías simbólicas.

Entender la muerte con toda su crudeza, toma tiempo y es un proceso que quizá a muchos de nosotros siendo adultos nos llega de golpe, a pesar de que a partir de los 4 años es cuando los niños comienzan a preguntar al respecto y tienen la suficiente curiosidad sobre la idea de “estar muerto”.

Entre los 2 y 6 años la muerte se asemeja a “estar dormido”, los niños suelen preguntar ¿Dónde viven los muertos?, entendiendo a la muerte como algo reversible, no olvidemos que el pensamiento mágico se encuentra en su apogeo, los niños piensan que desear la muerte o decir algo que pueda simular esto, puede en realidad provocarla.

Para los 6 y hasta los 9 años, la muerte está vivenciada en figuras cómo demonios, espíritus, esqueletos y demás materializaciones que implica que los niños pregunten directamente sobre la muerte, pues esta ya es entendida como algo irreversible y por ende asusta a los pequeños, aunque aún no queda del todo establecida la idea de que nos pasa a todos; lo cual si sucede a partir de los 9 años, aquí, la muerte se irá entendiendo como algo que puede sucederle a cualquiera y que es irremediable, es decir, que tanto a papá, mamá, hermanos y a sí mismo puede ocurrirle. Para los 12 años el concepto de muerte se encuentra ya asimilado de acuerdo a la cultura en la que vivimos.

Algunas características diferenciadoras del proceso de duelo entre niños y adultos, es que los niños intentarán hablar más del tema, incluso con gente desconocida, esto debido a que necesitan corroborar una y otra vez la realidad con la que se enfrentan, de ahí que hagan demasiadas preguntas sobre el tema, aquí es fundamental no mentirles, al contrario, a partir de las preguntas que hacen podemos ayudarlos a entender lo que pasa, dentro de los límites de su capacidad cognitiva o de entendimiento, por ejemplo, ante la pregunta: ¿Cuándo va a regresar mi abuela que murió?, una posible respuesta de nuestro lado sería algo más o menos así: “Tú abuela que murió no volverá porque está en el cielo”, esto para que en un inicio ubiquemos en algún lugar a los muertos, para explicarles la idea de que no hay un retorno.

En esta etapa existen 3 preguntas muy comunes en relación a la muerte: ¿Murió por mi culpa? (en la etapa del pensamiento mágico), ¿Yo voy a morirme? (cuando se encuentran cuestionando la muerte como un suceso que nos ocurre a todos), ¿Quién me va a cuidar si mueren mis papás? (cuando la muerte se entiende como universal e irreversible). 

Es decir, que los niños y niñas preguntarán y hablarán de la muerte de manera espontánea y dentro de su cotidianidad. 

Además, una herramienta en la cual se pueden apoyar es en la ayuda de libros e historias que nos ayuden a afrontar o explicar situaciones como esta, que no son fáciles, aquí te dejo 5 libros que pueden servirte para hablar con tus hijos e hijas respecto a la muerte: 

  1. “Soy la muerte” de Elisabeth Itelland Larsen.
  2. “Así es la vida” de Ana-Luisa Ramírez
  3. “El árbol de los recuerdos” de Britta Teckentrump 
  4. “¿Dónde está el abuelo?” de Mar Cortina Selva
  5. “Dos alas” de Cristina Bellemo 

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